Saturday 25 August 2007

la eterna cinefilia

Uno se enamora de un personaje que pertenece a una novela, a un relato, o a un film. Nadie podrá quitarte ese fantástico amor ni en una mazmorra o en una trinchera de guerra, o en un lecho de muerte. Nadie. Uno se enamora de mil maneras diferentes. Uno se enamora por una cuestión de vitalidad subterránea. Algunos se apasionan por un rostro, un cuerpo bello, una gestualidad. Otros como quien escribe aquí, se enamoran de una integridad , un cuerpo y una actitud. Marlon Brando pasó la barrera del tiempo, con su naturaleza underground. Interpretó roles extraordinarios, porque él los hacía extraordinarios. Engordó, perdió cabellos, envejeció y siguió siendo irreductiblemente un rebelde que se unió a una mujer ajena al mundo del espectáculo y la grotesca música de los conformistas. Se alejó de los mundillos ególatras y cultivó su acompañada soledad hasta el fin de sus días. Fue el apátrida que conquistó su lugar en el mundo. Soberano e insolente hasta que su cuerpo murió. La eterna cinefilia cuenta con él.

Escrito por Rain en abril/2007.