Saturday 25 August 2007

la vida puede caber en una viñeta

la vida puede caber en unas viñetas. como en un comic existencial, que se desplaza por la imaginación del dibujante, con sus instantes telúricos, simples, mediáticos, aterradores, pasionales, cruzadamente nebulosos, radiantes, periféricos, extraños, obsesos, sensuales e infinitamente diversos. así puedo ver la cara de batman asomando por la ventana de mi habitación cuando era una niña que había descubierto a los superhéroes en una historieta, guardaba el tesoro en mi cama, camuflado entre capas delgadas de cartones pintados de rojo como si fueran homenajes a los santos, esos místicos en los que nunca creí. entre aquellos y los superhéroes, me quedaba con estos seres que volaban y salvaban a las ciudades de sus archienemigos. ah, torturado luxtor, inefable guasón, y otros deslizados en la vorágine de aquella vasta maldad que los devoraba por dentro haciéndolos más ruines, más monstruosos y lejanos. la vida se convirtió en una indisoluble materia de sueños extravagantes, o sea un juego de secuencias con sus sorpresas y sus planos superpuestos. más adelante sabría de placas y flores, de subterfugios y guerras, o de la desolación a gran escala. entretanto con los cómics me alejaba de los enunciados moralistas, divagaciones normativas, sermones disimulados o abiertamente viscerales: el encono de las reglas en su rígidez militar/civil. aprendí que el honor es algo distinto a las consagraciones azules. me alejé de los rezos, de toda letanía, avistando las voces de los cómics tras de toda liberación. al lado de poe, los astronautas que se perdían en el espacio sideral, junto a artaud, las hazañas de spiderman preguntándose con cierta tristeza, por qué le había tocado ser un superhéroe y a la vez, asumiendo sus superpoderes y su humana fragilidad. y todo era como una fábula viva: la kriptonita era una metáfora; el amor podía ser la kriptonita que nos mataba por tiempos hasta la próxima resurrección. entonces llegaron las superheroínas, con sus ligeras y potentes arremetidas. barbarella y gatubela, las muchachas anónimas que volaban entre planetas, transformando los destinos de los torturados en la era de las guerras futuristas. yo creaba en mi mente a las superheroínas, dejando atrás a las muñecas rotas y me convertía en un cómic que habitaba el espacio cotidiano, en un lugar imposible de violentar, donde estaba en completa y soberana soledad, lejos de los monstruos que día a día destruyen a la gente, o la metamorfosean en animales mansos y zalameros. yo soy un cómic en algunos instantes y a veces alguien que me ama, lo descubre y nunca se asusta. posiblemente porque a su manera es otro cómic, con su propia e intermitente lux.

escrito por rain(v.m.t) junio de 2007. lima-perú.

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